jueves, 27 de mayo de 2010

PRIMER PREMIO AMIGOS DO CAMIÑO DE SANTIAGO

ENRIQUE GALINDO, premiado por la Asociación Gallega del Camino de Santiago Enrique Galindo Bonilla, natural de Villarrobledo, ha logrado el primer premio del Concurso Literario de la Asociación Gallega del Camino de Santiago (AGACS). En su novena edición y coincidiendo con este año Xacobeo, ha premiado la historia de este villarrobledense, que vive a caballo entre Toledo (Cobisa) y Santiago de Compostela.Enrique Galindo, miembro del Grupo Literario Arrendajos, ha obtenido el máximo galardón con un trabajo que encierra una historia de amor y una promesa cumplida, titulada 'Contigo al fin del mundo', atendiendo a la información facilitada por el grupo literario en un comunicado.El 2010 es Año Santo Xacobeo, motivo por el que la novena edición del Concurso Literario de la Asociación Gallega de Amigos del Camino de Santiago, patrocinado por El Correo Gallego, ha contado con una gran participación. La historia muestra a un hombre obligado, por amor, a cumplir con la promesa realizada a su pareja, recién fallecida.Las bases del concurso exigían cuentos relacionados con el Camino, requisito sobradamente cumplido por Enrique Galindo, que relata los detalles del viaje del protagonista desde O Cebreiro, punto de partida del Camino Francés, hasta Compostela y, mas tarde, hasta Fisterra, donde la leyenda contaba que se acababa la tierra conocida. Durante las etapas, el lector conocerá rincones exclusivos del trayecto, las sensaciones físicas y mentales de realizarlo y la decisión del viajero por llegar hasta la Costa da Morte, donde esparcirá las cenizas de su amada, en un ritual capaz de devolverle a una nueva vida. Los personajes paralelos a la historia, y sus vinculaciones con la misma, aseguran una lectura amena y sorprendente, merecedora -sin duda- del premio cosechado.Enrique Galindo mantiene su vinculación con el Grupo Literario Arrendajos, aunque pase la mayor parte de su tiempo en Santiago de Compostela, donde se trasladó tras ejercer en la Junta de Comunidades como Jefe de Sección de Promoción del Libro en la Consejería de Cultura y como profesional de la psicología en la Consejería de Salud. Lleva por Titulo: "CONTIGO AL FIN DEL MUNDO" y narra, en primera persona, el "Camino" de Santiago que realiza su protagonista para cumplir un deseo ultimo de su esposa fallecida, ir con ella al Fin del Mundo. Parte de O Cebreiro, y en el camino tiene un incidente con unos jovenes que intentan quitarle un Termo, en el que está la clave para llegar al fin del Camino, a Fisterra, donde ha de cumplir con un ritual especial.

(Inicio del relato:

CONTIGO AL FIN DEL MUNDO


“... e pese a todo
levo na boca o verso dos vencidos ”
Xosé Carlos Caneiro



El autobús paró su motor. Mi cuerpo dejó de vibrar y la hilera de pasajeros inició el lento descenso que antecede la recogida de equipajes, entre los que había algunas mochilas con conchas y cruces santiaguesas. Yo aún no tenía asumido mi condición de andariego que debutaba esa jornada. Era veintisiete de mayo, todavía lejos los calores del verano. No es que fuera mi deseo hacer el Camino, pero el deber me impulsaba. La palabra siempre se cumple, y más si se pronuncia ante un lecho de muerte. El chofer ya había sacado mi mochila, sin conchas, y con una breve sonrisa me deseó suerte. Pienso que su gesto fue al reconocer los útiles corrientes y el atuendo de los peregrinos, más si la estación es la de O Cebreiro, en el Camino Francés.
Emprendí el camino como una misión que llevar a su fin, aunque no sabía si la odisea tendría retorno. Cuando la muerte pasa una vez tan cerca, y se queda a dormir en el equipaje, ya es una compañera más de alientos y desalientos. Y yo, anfitrión preciado, la invito a quedarse compartiendo queso y zapatillas.
Con la sonrisa del conductor (que no devolví) busqué el primer café con leche del día. Desde aquí sólo quedan 150 kilómetros para Santiago. A una media, aterrante para un sedentario, de 25 kilómetros, serían seis jornadas. Miré en la guía que había comprado, en una librería de Madrid, el santuario de Santa María la Real, origen prerrománico, la iglesia más antigua del Camino Francés. El manual incluía una lista de objetos litúrgicos en su interior, pero no decía nada de mi dolor.
Llegar a cualquier parte se comienza con un único paso y, con la vara recta pasándome y avíos a la espalda, lo di tras tocar en el bolsillo la moneda, invocando a la suerte. Miré el dibujo de la ruta y no pude evitar percibir la hoja del encefalograma de mi vida en los siguientes días. Y la memoria, esa traidora impertinente, me llevó al pié de la cama a leer, una y otra vez, el electro de Marta. Mis pasos me transportan otra vez por los senderos de las líneas de la muerte y de la vida, sólo que esta vez la escritura es más larga y los renglones de polvo y asfalto.
Desde la altura de la aldea dominé el tiempo del mundo. El camino auguraba bajadas, pero si había pendientes que bajar, también las tendría que remontar. Prometía un viaje convidado en el carrusel de la vida.

(...)

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